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El elefante en la sala: un mal cierre de año
El verdadero liderazgo aparece cuando el CEO deja de evitar lo incómodo y se anima a nombrarlo.

Hace unos días facilité un workshop de cierre de año con un equipo ejecutivo que no había alcanzado los resultados esperados.
La agenda decía: “Balance del año y prioridades para el 2026”.
Lo que no decía –pero todos sabían– era que había sido un año duro.
No habían llegado a los objetivos. Varias iniciativas se habían quedado a mitad de camino.
Y el clima…estaba cargado.
Entré a la sala.
¿La energía?
Educadamente evasiva.
Presentaciones prolijas.
Gráficos moderados.
Palabras medidas.
Todos hablando alrededor del elefante en la sala (🐘) sin atraverse a nombrarlo.
Finalmente, después de algunos minutos, alguien del equipo tomó coraje y desató la conversación:
– Fue un año difícil.
Una frase simple. Pero el primer acto de sinceridad estratégica en meses.
Una semana después, el llamado
El CEO se comunicó conmigo:
— Caro, fue la primera reunión donde sentí que volvimos a tener el control.
Y no lo dijo porque hubieran resuleto todo.
Lo dijo porque dejaron de esconder lo evidente, le echaron luz a lo obvio y volvieron a liderar.
Expansión y contracción: el ritmo natural del negocio
A la mayoría de los CEOs les encanta hablar de crecimiento, expansión, nuevos mercados, más clientes, más líneas de negocio…
Pero cuando llega el momento menos glamoroso, la contracción de un mal año, todo se transforma en incomodidad.
Como si los negocios no fueran organismos vivos.
Como si no tuvieran ciclos.
Como si esperar un crecimiento lineal y sostenido fuera parte de una estrategia… y no un delirio.
Los líderes olvidan que la contracción no es un fracaso.
Es una oportunidad para hacer foco.
👇🏻Te obliga a hacerte preguntas que en expansión no te hacés:
¿Qué proyectos siguen aportando valor?
¿Qué productos solo existen porque nos encariñamos con ellos?
¿Qué costos están ahí por inercia?
¿Qué parte del equipo necesita una reconfiguración?
¿En qué estamos invirtiendo energía sin retorno real?
En esos momentos, la falacia del costo hundido suele aparecer en su máxima expresión:
“¿Cómo voy a cerrar esto si metimos tanto?”
Justamente por eso: porque seguir lo hace peor.
El CEO no puede fingir demencia
Necesita verdad.
Precisión.
Menos ruido.
Más foco.
Más coraje para soltar lo que no suma.
Más claridad para sostener lo que sí.
Porque la pregunta no es:
“¿Cómo evitamos un mal año?”
Sino:
“¿Qué tipo de líderes somos cuando llega?”
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